sábado, 11 de abril de 2009

A la Santa Biblia

Arpa milenaria, de tus cuerdas de oro
surge siempre alegre un salmo de amor,
arpa milenaria, cancionera eterna,
no hay fechas ni reinos que apaguen tu voz.

Arpa milenaria de acordes divinos,
cantora invariable de paz y perdón;
arpa milenaria, mensajera de almas,
llévame en tus notas donde mora Dios.

       Rodolfo Loyola

sábado, 19 de julio de 2008

Cambio de la guardia

Llegamos media hora antes del cambio de guardia del Palacio de Buckingham. No éramos los primeros, pues cada día cientos de forasteros se dan cita allí para ver el tradicional espectáculo. Era en el cuartel de caballería de la reina. Dos soldados son el principal atractivo de la multitud antes del cambio. Cada cierto tiempo, uno de estos soldados: joven, serio, elegante, con pasos rítmicos, precisos... emprende un corto recorrido desde su sitio en el patio hasta la puerta grande que da a la calle. Los turistas toman fotos. La seriedad del soldado es tan tentadora que de vez en cuando se oye a alguna chica decir: "¡Sonríe!".

El continúa inmutable, como si no tuviera oídos, ojos ni sensibilidad. Hace sonar sus botas militarmente cuando llega al borde de la acera, da media vuelta y regresa al sitio de donde partió para allí volver a tomar su rígida postura de estatua de cera.

Tocado por la curiosidad le pregunté al amigo inglés que nos acompañaba: "¿Harían esto los soldados cuando no hubiera nadie mirándolos?"
"¡Oh, sí!" -me respondió con orgullo-. Porque ellos no lo hacen para la gente o por la gente, lo hacen para la reina y por la reina.

Como soldado de Jesucristo aprendí una gran lección. Cualquier cosa que hagamos, estemos donde estemos, no debemos hacerlo para o por la gente, sino para el Rey y por el Rey, nuestro Señor.

miércoles, 16 de julio de 2008

Hoy no te pido nada

Hoy no te pido nada
Jinete de los vientos,
me has dado tanto, tanto
que contarlo no puedo.

Sin que te lo pidiera
llenaste el firmamento
de estrellas y planetas
para yo verte en ellos.

Ya me diste los árboles,
las flores, el pan nuestro,
y las sabias abejas,
y el canto del jilguero.

Ya me diste la lluvia,
y la noche y el sueño,
más la fe para hallarte
en el vasto universo.

Me has dado las respuestas
de antemano, y por eso
hoy no te pido nada,
mañana, ya veremos.

Rodolfo Loyola

martes, 15 de julio de 2008

El milagro de la reproducción

1. El Milagro de la Reproducción


A pesar de la cantidad de niños que nacen diariamente, y de los esfuerzos que se realizan para controlar la natalidad, sin embargo, hasta los mismos científicos siguen diciendo que la concepción es un milagro.

Si se tiene en cuenta que el espermatozoide en miles de veces más pequeño que la punta de un alfiler; que el recorrido que realiza desde la vagina hasta las trompas uterinas donde fecunda tarda unos tres días aproximadamente en llegar, que salen miles de millones y sólo llegan varios cientos; y más tarde ver cómo se forma un cuerpo con todos sus componentes, incluyendo el color de los ojos de un abuelo, las orejas grandes del padre, el cabello rizado de la madre, etc., no nos queda menos que repetir: El principio de la vida es un milagro y misterio. ¡Es cosa de Dios!.

Igualmente, el nacer del Espíritu es un milagro, un gran milagro. Jesucristo quiso simplificar un poco este hecho a Nicodemo, pero con todo y ser inteligente, viejo y maestro de la religión, no dio señales de haber captado el misterio. "No te maravilles de que te dije. Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere y oyes su sonido; mas no sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y dijo: ¿Cómo puede esto hacerse?..."

Creo que nunca lo sabría, aunque llegara a experimentar el nuevo nacimiento.

Hay una gran diferencia entre el volumen de reproducción del mundo y el de la iglesia. La tierra está amenazada por el crecimiento demográfico, mientras que la iglesia sufre de esterilidad.

Leyendo el comienzo del primer libro de Samuel, el Espíritu me llevó a hacer un paralelismo entre Anna y el creyente en cualquier tiempo y lugar. Permítaseme decir que no es una comparación forzada, puesto que es harto conocido que la mujer representa a la iglesia en múltiples lugares de las Sagradas Escrituras.

La mujer tiene el privilegio de reproducir la vida. No es casualidad que un buen número de mujeres escogidas de Israel fueran estériles, tales como Sara, Raquel, la madre de Sansón, Anna la madre de Samuel y hasta Elizabeth la madre de Juan el Bautista. Algunas lo fueron por desobediencia e incredulidad de ellas o de sus esposos, otras para que lo demandaran de Dios y Él dieron gloria.

La iglesia como cuerpo, y nosotros como miembros de ese cuerpo cuyo esposo y cabeza es Cristo, estamos llamados a tener hijos. (Efesios 4.12-16)

Es muy curioso que Pablo llama hijo a Timoteo y a otros, pero nunca se presenta como padre. Aunque se deduce cuando refiriéndose a Onésimo dice: "...a quien engendré en mis prisiones", que el padre engendra, la madre concibe.

Pero en Gálatas 4:19 dice: Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir de dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros. (Madre espiritual).

Constancio Vigil escribió: "El arte es maternidad en el hombre". Pero seguramente él ignoraba que lo es también en el cristiano verdadero.

La iglesia como cuerpo viviente es la que concibe y cría hijos por medio de sus miembros. En la concepción y la crianza de un hijo toman parte todos los miembros del cuerpo de la madre.

En base a obtener una información correcta de un creyente, nunca deberíamos preguntar cuántos años lleva de convertido, si paga los diezmos, si canta con el coro, si es diácono o maestro de la escuela dominical. La pregunta clave y trascendental sería: ¿Tienes hijos espirituales? ¿Sufres de embarazo por las almas?


Mas, a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (Juan 1:12-13)

Después de este largo paréntesis, vamos a considerar ahora la interesante y sugerente actitud de la madre de Samuel.

Doy por sentado que el lector conoce la historia, porque escribo pensando en conocedores de la Biblia. Leemos en el capítulo 1, versículo 5 del primer libro de Samuel: Pero a Anna daba una parte escogida; porque amaba a Anna, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.

Sin embargo, esto no alegraba a Anna, porque no hay nada que pueda compararse con la alegría y el orgullo de tener un hijo.

Puede un creyente haber recibido muchas cosas por las cuales pudiera sentirse feliz, pero ninguna superaría a la inmensa, la infinita alegría que proporciona traer al mundo hijos de Dios.


Y Elcana su marido le dijo: Ana ¿Por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos? (1 Samuel 1:8)

Estaba equivocado el esposo de Anna cuando al verla llorando y sin comer la interrogó así. Ningún otro amor sustituye al de los hijos. Es como si el pastor donde está un cristiano que tiene pasión por las lamas, que anhela reproducirse, y le dijera: ¿No te es suficiente que tengas un pastor como yo? ¿No estás contento con los cargos y privilegios que te he dado? ¿No te sientes orgulloso del hermoso templo que hemos construido? Lo más seguro es que este creyente, madre en potencia, salga como salió Anna, con amargura de alma. (versículo 10): Y ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.

Versículo 12. - "Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí el sacerdote estaba observando la boca de ella".

Es muy significativo que oraba largamente y tenía una sola petición: Señor, dame un hijo; Señor, dame un hijo. Similar a ésta fue la petición de Raquel la esposa de Jacob (Gen. 30:1) cuando suplicó: ... dame hijos o si no, me muero. La gran diferencia consistía en que Raquel se lo pidió a su marido, mas Anna se lo pidió a Dios. Muchos años pasaron hasta que Raquel parece que clamó a Jehová y entonces tuvo dos hijos.

Aquí está la clave del asunto. ¿A quién clamamos, y delante de quién derramamos nuestra alma si queremos reproducirnos? La misma Anna lo dice cuando dio a luz: ...Por cuanto lo pedí a Jehová. (versículo 20).

¿Hemos pedido insistentemente y con lagrimas a Dios que nos dé hijos espirituales? Si lo hacemos, quizás el propio líder de la congregación o grupo si nos ve llorando y en un insistente y suplicante movimiento de labios, hasta podrá pensar que estamos ebrios, pero el Señor lo verá de otra manera.

Anna estaba borracha, pero no de vino, como pensó el sacerdote, sino borracha de fe, borracha de Dios. Tan es así que cuando terminó aquella desacostumbrada oración, ella comió y no estuvo más triste. (versículo 18). O sea, que dio por otorgada su petición.

La actitud desinteresada de Anna es muy elocuente también. Versículo 22: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, para que lo lleve y sea presentado delante de Jehová, y se quede allí para siempre. Esto queda confirmado más tarde (vers. 27-28): Por este niño oraba y Jehová me dio lo que le pedí, yo pues le dedico también a Jehová todos los días que viva, será de Jehová...

Anna no buscó excusas para retener al niño, ella lo prometió a Dios y daba por hecho que no le pertenecía.

Tener un solo hijo pequeño, y desprenderlo del calor del hogar, de la vista y el mimo de los padres, para llevarle a vivir con un sacerdote ventrudo y falto de visión, era argumento más que suficiente para decir: Esperemos mejores condiciones, le daré un tiempo más el pecho, ¡el crío está tan pequeño!.

Pero no le pertenecía a ella elegir las condiciones. Muchos de nuestros fracasos consisten en elegir demasiado las condiciones. Me dan envidia los misioneros como Abraham. El no argumentó nada sobre las condiciones, sin que salió sin saber a dónde iba.

En el corazón de Anna no quedó ni sombra de queja o de temor por el niño, su cántico es un himno de gratitud. Con esto cesó la competencia con Penina. Ella no fue a humillarla ni a ofenderla, la alabanza a Dios aleja de la intriga o la envidia.

Ya sabemos que hay quienes tienen hijos espirituales como propiedad suya, y no quieren destetarlos. Bien pudieran aprender de la samaritana, que llevó a Jesús para presentarlo a sus conciudadanos, pero luego se quitó de la escena para que continuaran con Él. (Juan 4:39-42).

San Pablo los destetaba cuando recién habían creído. Los dejaba suficientemente desarrollados como para que se reprodujeran. No había razón para seguirlos cuidando y amamantando.

1 Samuel 2:19. - Y le hacía su madre una túnica pequeña y se la traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio acostumbrado.

Anna no dejó de amar a su hijo y de tener atenciones con él, cada año le hacía una túnica pequeña y se la llevaba al templo. Le hacia un regalo adecuado a su tamaño. Primero le daba el pecho, pero cuando fue destetado le hacía un vestido sacerdotal.

Es bastante triste y lamentable que muchos, pero muchísimos que deberían ya vestir túnicas para ministrar al Señor, están pegados de los pechos. Pudiendo ser sacerdotes de Dios, viven entre biberones, pañales y arrullos para dormir.
Y por último, como premio a su desinterés y confianza en Dios, Él la visitó, "...y ella concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante de Jehová. (1 Sam. 2:21)

Mientras Samuel crecía, la reproducción continuaba. Para uno hacía túnicas, para los recién nacido que iban llegando tenía otros cuidados.

Mientras la iglesia está perfeccionando a unos, debe tomar el germen del Espíritu para concebir nuevos hijos.

Tomado del libro "El milagro de la Reproducción"

lunes, 14 de julio de 2008

Diferencia entre un creyente y un discípulo

No es que hay cristianos de primera y otros de segunda clase, pero hay escogidos dentro de los escogidos. El creyente no crece en obediencia, que no vive y comparte victoriosamente a su Señor, es bien diferente al discípulo que sigue a su Maestro, aprende de su Maestro, obedece a su Maestro. Todo discípulo es un creyente, pero todo creyente no es un discípulo.
  1. El creyente suele esperar panes y peces, el discípulo es un pescador.
  2. El creyente lucha por crecer, el discípulo por reproducirse.
  3. El creyente se gana el discípulo se hace.
  4. El creyente depende en su mayoría de los pechos de la madre: el pastor; el discípulo está destetado para servir.
  5. El creyente gusta del halaggo, el discípulo del sacrificio vivo.
  6. El creyente entrega parte de sus ganancias, el discípulo entrega parte de su vida.
  7. El creyente puede caer en la rutina, el discípulo es revolucionario.
  8. El creyente busca que le animen, el discípulo procura animar.
  9. El creyente espera que le asignen tarea, el discípulo es solícito en tomar responsabilidades.
  10. El creyente murmura y reclama, el discípulo obedece y se niega a sí mismo.
  11. El creyente es condicionado por las circunstancias, el discípulo aprovecha las circunstancias para ejercitar su fe.
  12. El creyente reclama que le visiten, el discípulo visita
  13. El creyente busca en la Palabra promesas para su vida, el discípulo busca vida para cumplir las promesas de la Palabra.
  14. El creyente es yo, el discípulo es ellos.
  15. El creyente se sienta para adorar, el discípulo anda adorando.
  16. El creyente pertenece a una institución, el discípulo es una institución él mismo.
  17. En el creyente el bautismo en el Espíritu Santo es confirmación y meta, en el discípulo es medio para lograr la meta de ser testigo eficaz a toda criatura.
  18. El creyente vale para sumar, el discípulo para multiplicar.
  19. Los creyentes aumentan la comunidad, los discípulos aumentan las comunidades.
  20. Los discípulos de la Iglesia primitiva trastornaron al mundo, los creyentes de este siglo están trastornados por el mundo.
  21. Los creyentes esperan milagros, los discípulos obran milagros.
  22. El creyente es un ahorro, el discípulo es una inversión.
  23. Los creyentes destacan llenando el templo, los discípulos se hacen para conquistar el mundo.
  24. Los creyentes suelen ser fuertes como soldados acuartelados, los discípulos son soldados invasores.
  25. El creyente cuida de las estacas de su tienda, el discípulo ensancha el sitio de su cabaña.
  26. El creyente hace hábito, el discípulo rompe los moldes.
  27. El creyente sueña con la iglesia ideal, el discípulo se entrega para lograr la iglesia real.
  28. La meta del creyente es ganar el cielo, la meta del discípulo es ganar almas para el cielo.
  29. El creyente maduro se hace discípulo, el discípulo maduro asume los ministerios del cuerpo.
  30. El creyente quizá predica el Evangelio, el discípulo hace discípulos.
  31. El creyente gusta de campañas para animarse, el discípulo vive en campaña porque está animado.
  32. El creyente espera un avivamiento, el discípulo es parte de él.
  33. El creyente agoniza sin morir, el discípulo muere y resucita para dar vida.
  34. El creyente aislado de su congregación se lamenta de no tener ambiente, el discípulo crea ambiente para formar una congregación.
  35. El creyente se le promete una almohada, al discípulo una cruz.
  36. El creyente es socio, el discípulo es siervo.
  37. El creyente se enreda con la cizaña, el discípulo supera las escaramuzas del diablo y no se deja confundir.
  38. El creyente es espiga, el discípulo es grano lleno en la espiga.
  39. El creyente es "ojalá", el discípulo es "Heme aquí".
  40. El creyente es valioso, el discípulo es indispensable.
Si un miembro de una iglesia local, obra con el espíritu, la actitud y la entrega de un discípulo, no importa cómo le llamen, es un discípulo. Por sus frutos los conoceréis. En esto conocerás todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos para con los otros.

(Tomado de "Carne para el Espíritu)

domingo, 13 de julio de 2008

La iglesia que crecia por días

"... Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos" Hechos 2.47
A nuestra manera de ver hoy las cosas, resulta casi paradójico que aquella iglesia a la que se añadía diariamente los que habían de de ser salvos, no tenía:
  • Templo.
  • No tenía pastor.
  • No tenía artículos de fe.
  • No tenía como Biblia nada más que el Antiguo Testamento.
  • No tenía instrumentos musicales.
  • No tenía coro.
  • No tenía dinero.
  • No tenía escuela dominical.
  • No tenía himnarios.
  • No tenía sociedad de jovenes, de damas o de caballeros.
  • No tenía nombre.
  • No tenía metodos de evangelización.
  • No tenía cultos establecidos
  • No tenía reconocimiento legal.
  • No tenía cultos especiales para los candidatos al bautismo.
  • No tenía institutos bíblicos para preparar obreros.
¿Qué era entonces la iglesia y qué era lo que tenía? La iglesia era Cristo mismo viviendo en ellos. Él dijo: "Os tomaré a mi mismo (que seréis vosotros) para que donde yo esté vosotros también estéis".
  • Tenía, el poder del Espíritu Santo.
  • Tenía comunión unos con otros (Se amaban).
  • Tenía oración diaria y partimiento del pan en común.
  • Tenía un incomprensible desprecio por las cosas materiales. ("Vendían sus bienes y los repartían ...")
  • Tenía alegría y sencillez de corazón entre sus miembros.
  • Tenía alabanza sincera a Dios.
  • Tenía el testimonio fresco y apasionado de la resurrección del Señor.
Han pasado dos mil años, y esto es, esencialmente lo que debe ser y lo que debe tener la iglesia para seguir creciendo. (Tomado del libro "Carne para el Espíritu")

Hoy estuve con Él

Hoy estuve con Él,
pero no es apropiado que lo diga.
¡Se está tan bien junto a tus pies,
huérfano de palabras,
saturado de besos y perfumes
como María en Betania!

Hoy palpé su presencia
como nunca. Me desnudé ante Él,
¡y era tan transparente su mirada!
Girasoles de oro
poblaban el espacio
entre su ser y mi alma.

Y aquí estoy, como Adán
profanando su huerto,
tomando del fruto prohibido
escribiendo un poema
que debió ser inédito.

¡Que bueno fue llorar de amor y asombro!
A mi me pareció que no era azul,
pero eso es lo de menos.
Se llega con el alma desflecada
a pedir nuevas velas por si hay pesca.
Y te das cuenta que en su mar adentro
ni una gaviota cae sin que Él lo sepa.

Y es tan íntimo el gozo,
tan sublime el silencio,
tan tímidos los gestos...
Y afuera el tiempo con el ruido a cuestas
y los que siempre esperan
hallarle en un milagro,
(perrillos recogiendo migajas
debajo de la mesa).

De verdad, no sé por qué lo digo,
pero tampoco sé como callarlo.
Hoy he estado con Él. Alfarero divino,
y al decirlo me quiebro
como barro que arde.
Pecado de intención
mas no he hecho,
si es del todo imposible
explicar lo inefable.

Rodolfo Loyola

Rodolfo Loyola

Rodolfo Loyola, Subida por Jaaziel.

Me gusta esta foto de Rodolfo... lo que se ve, es lo que es.

Biografía: El rev. Rodolfo Loyola nació en Camagüey, Cuba, en 1928. Rodolfo era el quinto de diez hermanos y desde su juventud tuvo inquietudes espirituales, buscando la verdad en diversas fuentes. Fue a la edad de 24 años cuando escuchó por primera vez el evangelio puro, predicado por una mujer. Él siempre recordaba a dicha mujer, como a alguien a quien podría haber derribado con sus argumentos filosóficos, pero algo más profundo que la prédica de esta mujer dejó una huella indeleble en su vida. Tuvo un verdadero encuentro con Cristo. Una conversión de tal calibre que le llevó a dedicar su vida enteramente al servicio de Dios y a hacer que otros conocieran el hermoso mensaje del evangelio de salvación a través de su propia vida. En el año 1970 llegan a España, lo que él dio en llamar los turistas más raros del mundo. Siete de familia con 10 kilos de ropa, sin billete de vuelta, sin cámara fotográfica, ni hotel ni dinero. Loyola era un hombre de oración, de meditación y de visión y con todo eso no era ningún místico ni ermitaño. Le gustaba estar rodeado de gente, amaba la gente, amaba las almas perdidas y aún con su enorme vuelo intelectual (cosa que le podía haber hecho distante o introvertido), era capaz de jugar con un niño mientras escribía un poema o reírse de sí mismo en las situaciones más sobrias. Él solía decir que la muerte es un accidente, porque el ser humano no está hecho para morir. Existe en nosotros algo que trasciende a lo meramente físico. Él solía repetir: "Somos lo que comemos", y su naturaleza había comido tanto de la esencia de Dios mismo, que podría haber hecho suyas las palabras del apóstol Pablo: "Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí". Su ministerio, vida y obras no se han ceñido solamente a España. Realizó multiples viajes a lugares tan distantes como Australia, Estados Unidos, muchos países de América Latina, como Honduras, Colombia,... y gran parte de Europa, donde le invitaban a extensas campañas evangelísticas. Loyola conjugaba su ministerio como pastor y evangelista, con una de sus mayores pasiones, la de escritor y poeta. Publicaciones "Anecdotario de un régimen" "Pie y Ala" "Primavera Interior" "Anécdotas, Sonrisas y Poemas" "Manantial en la Ciudad" "Dejad que el Amor Presida" "Carne para el Espíritu" "Bocadillos para el Alma" "Veinte enemigos del Matrimonio" y un título inédito, así como 6 grabaciones en las que declama su propia obra poética. A través de su brillante pluma ha sido capaz de plasmar una serie de vivencias en lo espiritual y en lo personal, que le han hecho enormemente entrañable para los que le han conocido personalmente o a través de su obras. Rodolfo pasó a la Gloria en Madrid a la edad de 73 años